Domingo

domingo, abril 9 by Cacahuate
Por fin, adiós a la rutina, a la escuela a la civilización, adiós a todo.
Por fin vuelvo a la calma de la sierra, al trabajo, a las noches de cocina a media luz, a la bodega empolvada y llena de restos de moscas, a los cuartos con literas, a las camas de arriba por antiguedad, al consultorio de madera, a las letrinas ahora sin techo ni puertas, al río frío, al café caliente, a lugar del cielo repleto de estrellas, a las fogatas de basura y los cerros que frenan el horizonte.
Vuelvo aquí, por septimo año, la gente va y viene, el lugar se queda, por un momento creí que no vendría, al menos yo no me hubiera traído y menos después de tanto berrinche del año pasado.
Vuelvo aquí donde soy felíz, donde despierto cansado y sigo cargando costales y cajas que no puedo, donde no hay donde colgar los lentes, donde crezco, donde he vivido tanto y he aprendido muchas cosas.
Venimos pocos, tal vez muy pocos, al menos yo vengo contento, no viene nadie que pueda generar vibra mala, no seremos muchos, pero de que esto se logra, se logra.
Un camino de tumbos, y un camion que iba a madre me trajeron, ahora solo tengo unas piernas para andar por este lugar y unos brazos para ayudar. Empieza la semana, queda tanto por hacer y mucho que vivir.
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