Recordé la camaradería, un viernes por la noche, en el fondo del pasillo, con dos mesas, cinco sillas, diez caguamas, y cinco banderitas.
Cinco amigos que nunca salen pero siempre están, que brindan por el tiempo de conocerse, por que aunque estemos dispersos entre generaciones sigamos juntos, por la aventura que queda por delante.
Cinco personas que comparten dudas e inquietudes, que ríen y gritan, que de vez en cuando bajan la voz por paranoia, que hablan de viejas y de la escuela evidenciando que no hay otra cosa en su vida.
Recordé que tengo buenos amigos, es cuestión de juntarlos en una cantina.

/maybe tomorrow/stereophonics/

Tengo un resto de mocos, la nariz tapada y la cabeza pesada. Creo que he llegado a un estado de enfermedad permanente, donde el cuerpo me engaña a ratos haciendome creer que ya ha pasado todo, luego me ataca de nuevo y se ríe a mis espaldas de mi estúpida ingeniudad que había creido que todo estaba bien.
¿A quien le echaremos la culpa de estas bajas defensas?

• A mi necesidad de estar en todo que me llevó a consejo técnico no podemos, digo, fue solo una semana de andar repartiendo separadores con una foto donde semejo una persona amigable, nada sarcástica ni burlona.
• A los desvelos al lado de Liliana tampoco, son ratos felices y la felicidad da buenas defensas.
• A los constantes examenes que suben el estrés, que quitan horas de sueño y me hacen alimentarme a base de café y quesabritas.
• Al alcohol que me trasnocha y traiciona haciéndome hablar de más, no a él no le echemos la culpa, es mi mejor amigo, no puede ser él el culpable.

Creo que le tengo que echar la culpa a que soy un holgazan que no hace ejercicio, fuma, se alimenta de chatarra, se estresa por pendejadas y no se preocupa por dedicarse una buena tarde a descansar, sí es eso, a eso echémosle la culpa y acostumbrémonos.

/la tribu/calle 13/

Ulimamente he sido muy chihuahense.
Cuando vino Dehesa fui muy mexicano.
En la plaza mayor y en el museo Casa Redonda fui muy Oaxaqueño.
Cuando vino el estudio Festi a adivinar nubes me sentí muy Guanajuato, con la diferencia de que aquí estaba sobrio.
En el palomar con Intocable me sentí muy norteño en feria.
Con Franco de Vita todo fue tan cursi.
En Sandra Collins todo fue tan legal y correcto.

Ese fue mi festival de Chihuahua, mi pequeña ciudad, que siempre que salgo digo que es limpia y segura aunque casi todos los días maten a alguien.